Las partes de una novela

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Existen dos grandes géneros de la narrativa: el cuento y la novela.
Cada uno tiene sus características y es importante saber diferenciarlas para reconocer qué es lo que estamos escribiendo o qué es lo que vamos a escribir. Aquí les tengo algunos datos sobre este género.

Empecemos por definir lo que es una novela.

Género literario constituido por ese tipo de obras en prosa.
Narración en prosa, generalmente extensa, que cuenta una historia de ficción o con un desarrollo más completo en cuanto al argumento y los personajes, que los relatos breves o cuentos.
Cosa o suceso que se inventa, generalmente con el propósito de causar admiración o envidia.
Origen: Préstamo (s. xv) del italiano novella ‘noticia’, ‘relato imaginario’, derivado de novello ‘joven, reciente’, del latín novellum, derivado de novus ‘nuevo’, por ser inicialmente un relato de un acontecimiento presentado como real y reciente.


La novela es un relato literario de ficción (aunque puede estar basado en relatos históricos) narrado en prosa, que suele tener una extensión entre 100 y 500 páginas en promedio, o más. La novela se distingue por su carácter abierto y su capacidad para contener elementos diversos en un relato complejo. Esta libertad permite que el autor introduzca muchos elementos como personajes con diferentes historias, cruzadas y aventuras, movilidad en los tiempos narrativos (pasar del presente al pasado o al futuro a su gusto) y muchas otras herramientas narrativas que un cuento no permite por su corta extensión.

Elementos de una novela:

La historia: Si buscamos en la RAE la definición del término “historia” nos da varias acepciones que muestran con claridad de qué estamos hablado. Una historia es la narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados. Un conjunto de acontecimientos que se narran.
Es evidente entonces que todo relato tiene una historia, una sucesión de hechos que debemos ir desgranando a lo largo de nuestra novela. A medida que el lector pase las páginas van a ir ocurriendo cosas. Evidentemente, nuestra novela será más interesante cuanto más impactantes, sorprendentes o emotivos sean los hechos que vamos narrando.

Personajes: Esta parte es importantísima, pues si los personajes no están bien caracterizados, al lector le costará mucho trabajo crear un vínculo emocional con ellos y no se le dificultará más disfrutar de la lectura e involucrarse en ella. Son el hilo conductor de la historia, por lo que deben de estar bien planteados y su evolución debe de ser coherente con las acciones.
Es evidente que los personajes son parte clave de una novela. Tienen que ser carismáticos, lograr que el lector empatice con ellos, conseguir llevar sus emociones a la persona que está sentada cómodamente en su sofá. Lograr todo eso no es nada fácil, de hecho, la construcción de personajes suele ser uno de los elementos en los que más tiempo se debe invertir en las novelas.

Marco escénico: Esto se refiere al ambiente físico y temporal en el que se desarrolla la historia. Aquí es donde los escritores deben de usar todas nuestras herramientas de descripción, pues el lector debe de poder crear una imagen mental clara para poder situar ahí a nuestros personajes y sus acciones.

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La acción: Es lo que sucede en la historia. La acción es lo suele construirse mediante la narración de un conflicto que se plantea, alcanza su punto crítico (clímax) y finalmente se resuelve, a lo largo del relato. Es importante cuidar el ritmo (velocidad y cadencia con la que suceden los hechos) y la coherencia (evitar contradicciones).

El argumento: Cuanto más poderoso sea el motivo por el que ocurren las cosas en tu novela, más enganchará al lector.

El conflicto: Podemos definir el conflicto como la lucha que se plantea entre el protagonista y el antagonista por obtener aquello que desean. Por supuesto, hay diferentes tipos de conflictos.
Hay que ser cuidadoso a la hora de plantear el conflicto, porque las dos fuerzas rivales tienen que tener posibilidades de salir victoriosas y deben enfrentarse con pasión pese a las consecuencias que eso pueda acarrear.

Los obstáculos: En la vida real, las personas buscamos la felicidad. En la ficción también, pero debemos poner obstáculos para que nuestros personajes no encuentren la dicha con facilidad.
Es evidente que el tipo de obstáculos dependerá del género que estemos escribiendo: Si es thriller de aventuras, los obstáculos tipo Indiana Jones serán perfectos; peleas a puñetazos, desafíos intelectuales, grupos de desalmados a los que vencer… Sin embargo, si escribimos novela romántica probablemente los obstáculos se centrarán en la diferencia de clases entre los enamorados o las presiones por parte de las familias o el entorno para que la relación no llegue a buen puerto.

El climax: Por fin, tras varios cientos de páginas, normalmente, llegamos al momento en el que nuestra historia debe resolverse. Ese conflicto debe zanjarse con un vencedor claro, que no tiene por qué ser el protagonista, dicho sea de paso.
Normalmente, la tensión ha ido subiendo a lo largo de la obra hasta un punto de no retorno, un momento en el que ambos bandos se enfrentan en una batalla final en la que se decidirá el destino de los personajes, la historia dará un giro final y uno de los dos bandos claudicará para llegar a la paz final.
A partir de ese instante, el lector debe sentir la desesperación por conocer el final, es cuando en algunas ocasiones se dice que “no podía dejar de leer”. Quiere conocer el final porque va a definir lo que sucederá con los personajes con los que se ha identificado a lo largo de la lectura. Es lo que suele llamarse “escena obligatoria”. Es el desenlace de la historia.

Estos son los elementos necesarios para crear una novela, aunque en realidad se necesita mucho más que eso como creatividad, paciencia, amor al arte, y por supuesto, tener una historia que contar.

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