Escapa del bosque
1
Corría por el bosque.
La oscuridad no era su única enemiga, pero por el momento sí era su principal rival ya que dificultaba su recorrido. Avanzaba lo más rápido que podía, pero a cada metro o cada paso un nuevo obstáculo lo detenía: Un tronco en el suelo lo tiraba, una rama baja lo golpeaba en la cara, una roca lo hacía tropezar; era realmente difícil ver algo en aquel lugar tan oscuro, incluso había ocasiones en las que no podía ni ver su mano frente a su rostro, aunque su color de piel tampoco ayudaba con eso. Ladridos hacían eco en los muros de las montañas.
No sabía por cuánto tiempo había estado corriendo, pero debía ser mucho, sentía que ya no podía ni respirar ni dar un paso más, era solamente el miedo lo que lo impulsaba a seguir corriendo, debía alejarse lo más posible de aquel lugar, tan horrible que ni siquiera en sus pesadillas se hubiera imaginado que podía existir. Y es que según lo que le habían contado, ese debió ser un lugar muy agradable y uno de los más bellos que se podía encontrar cualquiera en sus viajes. Cuando se lo describieron y recomendaron, nunca imaginó que pudiera ser tan aterrador.
Se vio obligado a detenerse, definitivamente ya no podía respirar ni dar un sólo paso más, se apoyó en un árbol e intentó tranquilizar su respiración. Aún agitado, no pudo evitar recordar lo que dejaba atrás; el viaje lo había hecho con su mejor amigo. Lo había perdido. Miró atrás, como si eso le ayudara a recordar el pasado con mayor facilidad. Lamentó el haberlo abandonado de esa manera pero no quedaba de otra, de haberse quedado un poco más habría sufrido el mismo destino y ambos se habrían quedado en ese lugar para siempre. Escuchó un ruido, dirigió su mirada a ese lugar y pudo ver a lo lejos la luz de algunas linternas agitándose, buscando en la oscuridad. Inhaló profundamente y, como si quisiera darse mayor impulso, golpeó el árbol con la misma mano con la que se sostenía de él. Continuó corriendo en la oscuridad, tenía que hacerlo. Primero fueron tres las luces que pudo observar, ahora, en un rápido escaneo para ver si aún lo seguían, pudo ver más de cinco luces abriéndose paso a través de los obstáculos del bosque. Era sencillo verlas en aquella oscuridad, el contraste era inconfundible: gruesos rayos de luz amarilla sobre el fondo negro del bosque cortados sólo por los troncos o arbustos incluso más negros que se interponían entre sus persecutores y él. No podía seguir corriendo, pero tenía que continuar, no podía permitir que lo atraparan de nuevo y ya lo estaban alcanzando.
La oscuridad no era su única enemiga, pero por el momento sí era su principal rival ya que dificultaba su recorrido. Avanzaba lo más rápido que podía, pero a cada metro o cada paso un nuevo obstáculo lo detenía: Un tronco en el suelo lo tiraba, una rama baja lo golpeaba en la cara, una roca lo hacía tropezar; era realmente difícil ver algo en aquel lugar tan oscuro, incluso había ocasiones en las que no podía ni ver su mano frente a su rostro, aunque su color de piel tampoco ayudaba con eso. Ladridos hacían eco en los muros de las montañas.
No sabía por cuánto tiempo había estado corriendo, pero debía ser mucho, sentía que ya no podía ni respirar ni dar un paso más, era solamente el miedo lo que lo impulsaba a seguir corriendo, debía alejarse lo más posible de aquel lugar, tan horrible que ni siquiera en sus pesadillas se hubiera imaginado que podía existir. Y es que según lo que le habían contado, ese debió ser un lugar muy agradable y uno de los más bellos que se podía encontrar cualquiera en sus viajes. Cuando se lo describieron y recomendaron, nunca imaginó que pudiera ser tan aterrador.
Se vio obligado a detenerse, definitivamente ya no podía respirar ni dar un sólo paso más, se apoyó en un árbol e intentó tranquilizar su respiración. Aún agitado, no pudo evitar recordar lo que dejaba atrás; el viaje lo había hecho con su mejor amigo. Lo había perdido. Miró atrás, como si eso le ayudara a recordar el pasado con mayor facilidad. Lamentó el haberlo abandonado de esa manera pero no quedaba de otra, de haberse quedado un poco más habría sufrido el mismo destino y ambos se habrían quedado en ese lugar para siempre. Escuchó un ruido, dirigió su mirada a ese lugar y pudo ver a lo lejos la luz de algunas linternas agitándose, buscando en la oscuridad. Inhaló profundamente y, como si quisiera darse mayor impulso, golpeó el árbol con la misma mano con la que se sostenía de él. Continuó corriendo en la oscuridad, tenía que hacerlo. Primero fueron tres las luces que pudo observar, ahora, en un rápido escaneo para ver si aún lo seguían, pudo ver más de cinco luces abriéndose paso a través de los obstáculos del bosque. Era sencillo verlas en aquella oscuridad, el contraste era inconfundible: gruesos rayos de luz amarilla sobre el fondo negro del bosque cortados sólo por los troncos o arbustos incluso más negros que se interponían entre sus persecutores y él. No podía seguir corriendo, pero tenía que continuar, no podía permitir que lo atraparan de nuevo y ya lo estaban alcanzando.
–No podemos permitir que escape, dense prisa –ya podía escuchar sus voces, lo estaban alcanzando y no podría hacer nada por defenderse, aún era muy joven, eso y los nervios y miedo de ser perseguido y atrapado no lo dejarían concentrarse.
–Descuida, los perros tienen su aroma, no irá a ningún lado –esta última voz le resultó familiar.
–¡Dense prisa! –Gritó el primero. Esto le hizo pensar que debían ser demasiados los que le daban caza, se puso más nervioso.
–Descuida, los perros tienen su aroma, no irá a ningún lado –esta última voz le resultó familiar.
–¡Dense prisa! –Gritó el primero. Esto le hizo pensar que debían ser demasiados los que le daban caza, se puso más nervioso.
Ya podía escuchar los pasos detrás de él, el sonido de las hojas secas pisadas y las ramas quebrándose era demasiado fuerte, incluso para sus sentidos, que eran más que excelentes, sabía que el sonido era tan fuerte porque estaban cerca. Se detuvo intentando mirar a su alrededor, trató de forzar la vista para encontrar un lugar en donde esconderse, pero de inmediato recordó se dio cuenta de dos detalles importantes, en primer lugar no se veía nada, en segundo, los perros lo encontrarían si se escondía por ahí. Pensó sólo por una fracción de segundo y miró hacia arriba, igual no se veía nada, ni estrellas, ni luna, ni un cielo claro; debía estar nublado, con nubes oscuras de tormenta. Extendió las manos a la altura de su rostro y comenzó a caminar torpemente como si estuviera ciego –y casi se podía decir que así era– hasta que se topó con el tronco de un árbol, lo exploró con las manos para reconocer su tamaño, no era muy grueso. Los ladridos comenzaron a escucharse más seguido, los perros debían estar histéricos. Sin pensarlo dos veces comenzó a escalar el árbol. Con algo de dificultad llegó lo más arriba que pudo, escaló hasta que las ramas fueron muy delgadas como para aguantar su peso. Entonces no pudo hacer otra cosa mas que esperar.
–Tiene que estar cerca, mira los perros.
–Ya es nuestro.
Mirando hacia abajo pudo seguir aquellas luces hasta que se encontraron justo debajo de él, no podía verlos desde ahí, el follaje del árbol se lo impedía, pero los escuchaba claramente, las voces le indicaban que debían ser unas diez personas y quizá cuatro perros. Se detuvieron justo debajo de su árbol, varios de los hombres aprovecharon para recuperar el aliento.
–¿Lo perdimos?
–No, tiene que estar por aquí.
–¿Como pudieron perder el rastro? –Los perros daban vueltas y olfateaban mientras todos los observaban.
–No lo perdieron –afirmó uno de ellos–, el rastro debe terminar en este lugar.
–¿Cómo es eso posible?
–Tiene que estar aquí cerca, ¡búsquenlo! –Ordenó la voz que le resultaba familiar.
Incluso desde la altura no podía distinguir nada, en el horizonte sólo había oscuridad y arriba, en el cielo, sólo un poco menos de oscuridad. Justo en ese momento deseaba con todas sus fuerzas poder ver una luz en el cielo, cualquier esperanza de algún tipo de ayuda. Hacía mucho frio y estaba cansado, se sentó en la rama que lo sostenía intentando descansar y aclarar su mente para pensar qué hacer, pero hiciera lo que hiciera no podía dejar de pensar en lo que había vivido en aquel lugar.
–Ya es nuestro.
Mirando hacia abajo pudo seguir aquellas luces hasta que se encontraron justo debajo de él, no podía verlos desde ahí, el follaje del árbol se lo impedía, pero los escuchaba claramente, las voces le indicaban que debían ser unas diez personas y quizá cuatro perros. Se detuvieron justo debajo de su árbol, varios de los hombres aprovecharon para recuperar el aliento.
–¿Lo perdimos?
–No, tiene que estar por aquí.
–¿Como pudieron perder el rastro? –Los perros daban vueltas y olfateaban mientras todos los observaban.
–No lo perdieron –afirmó uno de ellos–, el rastro debe terminar en este lugar.
–¿Cómo es eso posible?
–Tiene que estar aquí cerca, ¡búsquenlo! –Ordenó la voz que le resultaba familiar.
Incluso desde la altura no podía distinguir nada, en el horizonte sólo había oscuridad y arriba, en el cielo, sólo un poco menos de oscuridad. Justo en ese momento deseaba con todas sus fuerzas poder ver una luz en el cielo, cualquier esperanza de algún tipo de ayuda. Hacía mucho frio y estaba cansado, se sentó en la rama que lo sostenía intentando descansar y aclarar su mente para pensar qué hacer, pero hiciera lo que hiciera no podía dejar de pensar en lo que había vivido en aquel lugar.
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Historia corta
Escapa del bosque
Unas vacaciones en el bosque se volverán una autentica pesadilla cuando dos amigos, que sólo buscaban olvidar un acontecimiento triste del pasado, se ven envueltos en la peor aventura de sus vidas.
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Autor: Zash Denzel
Género: Terror, Fantasía, Ci-Fi
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Precio: $22.00.-
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Un muy buen cuento, mantiene la tensión, intriga el querer saber, atrapa y el lector se ve obligado a seguir leyendo. Un final abierto, acorde con la historia.
Muy buen relato, debo decir que me atrapa; mantiene la tensión en todo momento y al terminar de leerlo te queda la sensación que habrá luego una siguiente parte que termine de desarrollar la historia.
Buena historia, te mantiene descubriendo aspectos nuevos de los personajes a cada momento.